El arte de convivir

Primera clave: lo que pienso. Ideas para aplicar desde ya.

Hoy continuamos desarrollando la primera clave “Lo que pienso”. ¿Te acuerdas de la fábula del elefante y los sabios ciegos?(pincha aquí) ¿Recuerdas cómo cada quien creía saber cómo era el elefante? Así, en ocasiones, creemos saber qué está pasando o qué ha pasado y actuamos como si tuviésemos la verdad. Hoy queremos instalar una alarma que nos invite a parar cuando estemos con el pleno convencimiento de tener la razón y preguntarnos ¿qué me importa más: tener la razón, ganar o acercarme a la persona y convivir mejor con ella? Podemos decidir defender nuestro pedazo de realidad porque tenemos razón (como los sabios del cuento) o decidir que, a menudo, hay cosas más importantes que tener razón como es mantener una relación más sana con alguien que quiero. ¿Qué decides? Aunque en momentos entremos en contradicción y conflicto, es normal. Lo importante es recuperar la decisión una y otra vez.

En todo conflicto hay, al menos, 3 versiones. En la imagen: una parte que dice “es un cuatro” y defiende su posición ; otra parte que dice “Es un 3” y defiende su posición; y, la tercera, desde la que entendemos que una y otra tienen su parte de razón y su parte de visión limitada que no le permite ver la realidad. Os invitamos a que comprobéis si estáis entendiendo lo mismo, a compartir cómo lo véis y a abriros a ver lo que la otra persona ve para poder, al menos, comprenderos.
El segundo paso es comenzar a observar qué de lo que hacemos o no hacemos ayuda a acercarnos a nuestra gente. Os invitamos a que os vayais dando cuenta de los detalles, gestos, formas de hablar o acciones que permiten mantener una buena comunicación y convivencia o, por el contrario dificultan las relaciones.
Una de las cosas que facilita la comunicación es compartir lo que observamos, lo que vemos y oimos en ese momento, no lo que interpretamos que significa, es decir, ceñirnos a describir la conducta concreta que vemos en vez de el juicio que añadimos.
No has recogido tu cuarto” es una descripción, “Eres un desastre” es un juicio.
La comunicación se dificulta cuando:
Exageramos: “nunca vienes cuando te llamo”, “siempre estás en tu mundo
Cuando usamos adjetivos y etiquetas:
El problema contigo es que eres un egoista” ¿Qué conducta egoista ha realizado esa persona? Lo que hacemos es egoista y quizás pueda escuchar más fácilmente que algo que hago es egoista que aceptar que lo soy.
Es una vaga” ¿Qué has visto, oido para que te quedes con este titular? Supongo que hay algo que he dejado de hacer, que te he dicho que haría y no he hecho y por eso me llamas “vaga” aunque no me ayuda a cambiar mi actitud. ¿Me ayudas concretándome lo que querías que hiciera?
Marcar la diferencia entre la conducta y su evaluación o juicio, se aprende. ¿Cómo? Te preguntarás.
No es que no enjuiciemos. Es normal hacerlo. Lo importante es no mezclar la descripción con la valoración que hago de ello. Para ello Marshall Rosenberg, el autor del modelo de la Comunicación Noviolenta, nos da un camino sencillo que requiere de práctica y constancia: Observar sin enjuiciar. Nos aporta un poema que fácilmente podrían haber escrito vuestras parejas, hijas/os, familiares, amistades o tú misma/o.

Puedo aceptar que me digas
Lo que hice o lo que no.
Y acepto que lo interpretes,
Pero, por favor, no mezcles las dos.

Si quieres confundir cualquier cuestión,
Yo te digo cómo hacerlo:
Mezcla lo que yo hago
Con tu reacción por ello.

Dime que te decepciona
Ver tareas sin terminar,
Pero llamarme irresponsable
no me va a motivar.

Sí, puedo aceptar que me digas
Lo que hice o lo que no.
Y acepto que lo interpretes,
pero, por favor, no mezcles las dos.

MARSHALL B.ROSENBERG

 

Saioa Albizuri Lauzirika

Terapeuta Gestalt, consultora y facilitadora

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