Llegó la tan temida etapa. Posiblemente hayáis presenciado, aunque sea de lejos, alguna escena en la que algún niño/a de corta edad llora, grita, y patalea en el suelo mientras su padre/madre piensa: ¡tierra trágame! Y ahora casi sin daros cuenta sois vosotros/as uno de los protagonistas de esa escena.
El periodo de los dos a los cinco años está marcado por estos comportamientos. Las rabietas forman parte del proceso evolutivo. Todos los niños/as las tienen en mayor o menor intensidad y entender estas conductas como parte del proceso evolutivo es esencial para poder manejarlas adecuadamente. Tienen que ver con que los niños/as se van convirtiendo cada vez en personas más independientes con sus propias ideas y voluntad pero todavía con escasa capacidad de frustración. Además aunque han hecho grandes progresos todavía no hay un suficiente manejo del leguaje por lo que son incapaces de expresar lo que sienten con palabras y en consecuencia lo actúan en forma de berrinches. Pero además de las sonoras pataletas hay muchos otros cambios en esta etapa. El juego, por ejemplo, ocupa gran parte del tiempo. Por medio de esta actividad los niños estimulan su desarrollo tanto mental como físico, estimulan los sentidos, ejercitan los músculos y coordinan sus movimientos. También es característica de esta etapa su insaciable curiosidad y los interminables porqués. Necesitan dar sentido al mundo que les rodea, desarrollar su pensamiento y poner en práctica su recién adquirido leguaje.
Iremos profundizando en los aspectos más relevantes de este periodo que requiere gran dedicación y esfuerzo en el manejo de las rabietas pero que también nos ofrece momentos de ingenuidad y candidez infantil imborrables.