Pedir lo que queremos y necesitamos es mostrarnos y dar a conocer al resto lo que nos sienta bien. Pedir es apostar por una convivencia sana, por nuestro bienestar. Curiosamente, una forma de pedir es ofrecer lo que quiero. Si quisiera que me traten con más cariño, puedo pedirlo, sí, aunque si ofrezco mi cariño probablemente resulte más sencillo conseguirlo.
Así, el pedir y el ofrecer se complementan y refuerzan mutuamente. Y, en definitiva, ¿qué es la vida sino un continuo pedir y ofrecer, dar y recibir en relación?
Hoy compartimos algunas claves para pedir lo que fortalece nuestras relaciones:
1-¿Qué es lo que quieres?
Identificar lo que sí queremos y necesitamos en vez de lo que no queremos es el primer paso. En ocasiones, no sabemos lo que realmente queremos y pedimos lo que no queremos. Quien recibe la petición, difícilmente, acertará en hacer lo adecuado a mis ojos porque ¡ni yo lo sé! Por ejemplo:
“No quiero que estés todo el día pegada al móvil” Imaginemos que lo consigo. Deja el móvil y se encierra en su habitación a hacer puzzles o a leer. ¿He conseguido lo que quería?
“De verdad, lo que quiero es que hablemos, que me mires, que estemos juntas.”
2.-¿Cómo puede otra persona cumplir tu petición?
Especifica acciones concretas que otra persona pueda llevar a cabo. Cuanto más clara y concreta sea tu petición más posibilidades tienes de que se cumpla porque la otra persona sabe lo que quieres. Cuando la petición es poco clara hay mucha confusión y duda en cómo hacerlo y es muy probable que la opción elegida no sea la que tenías en mente. Por ejemplo:
General: “Quiero que me tengas más en cuenta” Si recibieses esta petición ¿qué es lo que harías concretamente? Está complicado saberlo, ¿verdad?
Concreto:“Quiero que antes de cerrar un plan confirmes conmigo si puedo o no, porque el sábado ya había quedado”
3.-Pedir no es exigir:
Habla en primera persona (“YO quiero, yo siento…) expresando lo que tú sientes, lo que quieres, lo que te pasa cuando algo ocurre. Que pidas no significa que lo consigas. Parece algo obvio pero muy a menudo pedimos cosas sin concebir la opción de que me digan que no.
Cuando percibes que te están exigiendo ¿cómo actúas y cómo te sientes? Parece que ante una exigencia tomes uno de estos dos caminos: obedecer o rebelarte, pero raramente conseguimos hacernos responsables y aprender para una siguiente vez. Siendo peques o mayores, nos ocurre igual. Con lo que observar cómo respondes mejor y cómo el resto responde mejor nos puede dar claves.
El tono de exigencia lo percibimos muy fácilmente en el resto. Cuando de cada quien se trata, puede ser útil atender nuestros pensamientos. Tal vez encontremos algo como “debería hacer lo que yo digo”, “me merezco que me reconozcan”, etc. Normalmente, cuando mis pensamientos suenan así, ya abrimos la puerta a enjuiciar al resto si no cumplen con nuestras peticiones. Recibir una negativa no significa que nos rechacen ni que no nos tomen en cuenta. Recibir una negativa es estar bailando en la sana danza del dar y recibir de la vida.
Saioa Albizuri Lauzirika
Terapeuta Gestalt, consultora y facilitadora.